1 Corintios 14 – Edificando la Iglesia en amor y orden

Al comenzar el capítulo 14, Pablo continúa hablando sobre los dones espirituales en el contexto del amor descrito claramente en el capítulo 13. La iglesia en Corinto enfrentaba divisiones, desorden y malas prácticas en las reuniones, particularmente en el uso de los dones espirituales. Pablo les enseña cómo estos dones deben funcionar para edificar a la iglesia y no para el lucimiento personal.


Prioridad del amor y la edificación (1 Co. 14:1-5)

“Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”

El amor debe ser el motor principal en la práctica de los dones. Pablo aclara que el don de profecía es superior al don de lenguas porque edifica directamente a la iglesia. Las lenguas sin interpretación solo edifican al individuo, mientras que la profecía edifica a toda la congregación.


Claridad y entendimiento en la adoración (1 Co. 14:6-25)

Pablo advierte sobre el peligro de hablar en lenguas sin interpretación en público, comparándolo con instrumentos musicales tocados sin claridad (v. 7-8). Sin comprensión, no hay edificación.

“Pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida” (v.19).

La claridad del mensaje es fundamental para la conversión de los incrédulos y la edificación de los creyentes. Cuando un incrédulo escucha la profecía clara, puede ser convencido de pecado y volverse al Señor (v.24-25).


Orden y armonía en las reuniones (1 Co. 14:26-33)

Pablo exhorta a que todo se haga para edificación (v.26). No se debe buscar protagonismo personal, sino la edificación común. Por eso limita las lenguas a momentos específicos y solo con interpretación, y regula también la profecía, diciendo: “los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas” (v.32), mostrando que la iglesia debe reunirse en paz y orden, porque “Dios no es Dios de confusión, sino de paz” (v.33).


📖 EL PAPEL DE LA MUJER EN LA IGLESIA: ORDEN DIVINO, NO CULTURAL 📖

“Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.” (1 Corintios 14:34-35)

Hoy en día, muchos ven este pasaje como una cuestión cultural y no como un mandato divino. Pero la Palabra de Dios no cambia con los tiempos. Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, no está promoviendo la opresión, sino el orden dentro de la iglesia.

🎀 La mujer tiene un rol fundamental en la iglesia. No se trata de inferioridad, sino de orden en la adoración. Dios ha establecido el liderazgo masculino en la enseñanza y predicación congregacional (1 Timoteo 2:12-14).

🎀 No es un llamado al silencio absoluto, sino a la sujeción. En el contexto del pasaje, Pablo está regulando el uso de los dones espirituales en la asamblea. Las mujeres pueden enseñar a otras mujeres (Tito 2:3-5), discipular, servir y exhortar en santidad.

🎀 El problema no es hablar, sino la autoridad. El diseño de Dios es que el liderazgo espiritual dentro de la congregación sea llevado por hombres piadosos. Una mujer que se rebela contra este principio no está desafiando una costumbre, sino la autoridad del mismo Dios.

🎀 Cristo nunca menospreció a las mujeres. Vemos a mujeres en el ministerio de Jesús, siendo discípulas fieles, evangelizando y sirviendo en la iglesia primitiva. La sumisión bíblica no es esclavitud, sino una manifestación de confianza en Dios.

En un mundo que desprecia el diseño de Dios, la mujer cristiana tiene el privilegio de mostrar Su gloria al vivir conforme a Su voluntad. ¿Estás abrazando el papel que Dios te dio, o luchando contra él?


Conclusión y exhortación (1 Co. 14:36-40)

Pablo termina afirmando que lo escrito no es una opinión personal, sino “mandamiento del Señor” (v.37). Finalmente, resume el capítulo diciendo: “Hágase todo decentemente y con orden” (v.40).


La enseñanza de Pablo nos recuerda la importancia de poner el amor por encima de los dones y talentos personales. Cada don debe ser usado en humildad para el beneficio de la iglesia. Dios no es un Dios de caos, sino de orden y paz. Siguiendo estas directrices, la iglesia florece espiritualmente, fortaleciendo a cada creyente y mostrando al mundo la gloria de Dios a través de un cuerpo unido y ordenado.

Preguntas para reflexionar:

• ¿Estoy usando mis dones para la edificación de la iglesia o para lucimiento personal?

• ¿Mi participación en la iglesia promueve orden, paz y crecimiento espiritual?

• ¿Estoy dispuesta a abrazar con humildad y gozo el diseño de Dios para mi rol como mujer en la congregación?

Que el Señor nos guíe a practicar nuestros dones en amor y en orden para Su gloria.

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