“Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros, haciendo mención de vosotros en nuestras oraciones; teniendo presente sin cesar delante de nuestro Dios y Padre vuestra obra de fe, vuestro trabajo de amor y la firmeza de vuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo; sabiendo, hermanos amados de Dios, su elección de vosotros.”
(1 Tesalonicenses 1:2–4)
En un mundo que valora lo superficial y transitorio, la Palabra de Dios te recuerda una verdad eterna: eres amada y elegida en Cristo Jesús (v.4). Este amor no depende de tu rendimiento, ni de tu apariencia, ni de cuán bien te sientas hoy. Fue un amor eterno, nacido en el corazón de Dios antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4-5), y manifestado en la cruz del Calvario, donde Cristo entregó Su vida por ti (Gálatas 2:20).
Cristo es el centro de tu identidad. No eres simplemente una esposa, madre, hija, trabajadora o sierva. Eres, ante todo, una mujer redimida por la sangre del Cordero (Apocalipsis 5:9), sellada con el Espíritu Santo (Efesios 1:13), y guardada por el poder de Dios para una herencia incorruptible (1 Pedro 1:4-5).
Y ahora, como una mujer nacida de nuevo, tu vida debe mostrar frutos visibles:
🎀 Una fe que obra, no como medio de salvación, sino como resultado de haber sido salvada (Efesios 2:10).
🎀 Un amor que trabaja, sirviendo a tu familia, iglesia y prójimo por amor a Cristo (Juan 13:34-35).
🎀 Una esperanza firme, que depende de Dios, porque está puesta en el Señor Jesucristo, que vendrá otra vez y te levantará en gloria (Tito 2:13).
No hay honra mayor que esta: ser una mujer amada, escogida y transformada por Cristo.
🙏Oremos Juntas:
Amado Padre celestial, gracias por haberme amado desde la eternidad y haberme elegido en tu Hijo. Gracias por la cruz de Cristo, donde mi deuda fue pagada y mi esperanza asegurada. Ayúdame a vivir una fe que actúe, un amor que sirva y una esperanza que no se apague. Hazme una mujer firme, llena de gracia, y completamente rendida a Jesús. En Su glorioso nombre oro, amén.