La Humildad que Exalta al Señor

¿Soy orgullosa? Lo soy.

Siempre he tenido la misma lucha: espero la validación de los demás.
Que me digan que estoy linda cuando me arreglo. Que me agradezcan cuando hago algo por alguien.
Sin embargo, me doy cuenta de que estas cosas, aunque no son malas en sí mismas, no deberían ser mi objetivo. No son necesarias, y no debo depender de ellas para sentirme valiosa.

El Señor nos llama a ser humildes:

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia.
Colosenses 3:12

El orgullo busca exaltarnos a nosotros mismos y nos desvía la mirada de Cristo. Cuando nos enfocamos en lo que los demás piensan de nosotros, olvidamos la majestad de nuestro Señor y cuán inmundos somos delante de Él.

Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.
1 Corintios 1:28-29

Dejemos de buscar la aprobación de las personas y aprendamos a vivir en la humildad que glorifica a Dios. Contemplemos su majestad, su poder y su santidad. Nuestra meta no debe ser nuestra propia gloria, sino la de Él.

Mas el que se gloría, gloríese en el Señor; porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.
2 Corintios 10:17-18

Demos gloria a su nombre en todo lo que hacemos, recordando que nuestra identidad y valor vienen únicamente de Él, no de lo que otros puedan decir o pensar.

Pregunta de Reflexión:

Lee Filipenses 2:6-8

¿Cómo se refleja la humildad y humanidad de Cristo al despojarse de su gloria y tomar forma de siervo? ¿Cómo puedes imitar esta actitud en tu vida diaria?

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