A veces siento que mi corazón se acomoda demasiado fácilmente en la rutina espiritual. Es tan sencillo pensar que todo está bien solo porque vamos a la iglesia o participamos en actividades cristianas, o porque tengo un blog para mujeres. Pero en Mateo 3, el mensaje de Juan el Bautista nos invita a algo más profundo: como hijas de Dios, estamos llamadas a vivir examinándonos y en un arrepentimiento constante, dejando a un lado nuestra justicia propia y volviendo nuestra mirada, con humildad hacia Cristo.
Juan no era un hombre cualquiera. Su vida y su mensaje eran únicos, llenos de pasión y verdad. Su llamado al arrepentimiento no era solo para los fariseos, sino también una advertencia para nosotras hoy: Dios no quiere rituales vacíos, sino corazones realmente transformados. El arrepentimiento no es algo que hacemos una sola vez, sino un estilo de vida que muestra que nuestra fe es real y está llena de vida
1. El llamado al arrepentimiento: Un estilo de vida
“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2, LBLA).
Juan hablaba de un arrepentimiento real, no de palabras vacías, sino de un corazón cambiado que da frutos (Mateo 3:8). Esto me recuerda que el arrepentimiento no es algo de una sola vez, sino de todos los días. Cada día necesito entregarle a Dios mis pensamientos, actitudes y acciones, y dejar que Su gracia me transforme.
¿Sabías que incluso nuestros mejores esfuerzos pueden estar llenos de orgullo y autosuficiencia? A veces pensamos que estamos “bien” por lo que hacemos, pero Juan nos recuerda que nuestra justicia propia no puede salvarnos.
2. Dios no se impresiona con apariencias
“No penséis que podéis deciros a vosotros mismos: ‘Tenemos a Abraham por padre’; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras” (Mateo 3:9, LBLA).
Es fácil caer en la idea de que nuestras obras, títulos o antecedentes nos hacen aceptables ante Dios. Pero ni el linaje ni la religiosidad, como les dijo Juan a los fariseos y saduceos, tienen valor sin un cambio real. Solo en Cristo encontramos el perdón y la verdadera transformación que nos hacen aceptos delante de Dios.
Como mujeres cristianas, debemos examinar nuestro corazón y preguntarnos: ¿Estoy confiando en mi propia “bondad” para sentirme aceptada por Dios? ¿Creo que mi participación en la iglesia, mi conocimiento bíblico o mi servicio me hacen justa delante de Él? Dios no se impresiona con nuestras apariencias externas; Él busca un corazón humilde y arrepentido.
Reflexiona: ¿Estás buscando aprobación en las cosas externas, o estás rindiendo todo a Cristo? Recuerda que nuestra justicia viene solo de Él.
3. Apuntando siempre a Cristo: El verdadero bautismo del Espíritu
“Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo… Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego” (Mateo 3:11, LBLA).
Juan sabía que su propósito no era ser el centro, sino guiar a las personas hacia Cristo. Nosotras también estamos llamadas a vivir así: no para exaltarnos, sino para glorificar a Jesús en todo. Él es quien nos transforma, nos purifica y nos capacita para vivir en santidad por el poder del Espíritu Santo.
4. Viviendo a la luz del juicio venidero
“El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego” (Mateo 3:10, LBLA).
Este pasaje nos recuerda que nuestras vidas serán evaluadas por los frutos que damos. No es que seamos salvas por nuestras obras, sino que nuestros frutos reflejan una fe genuina. Un corazón arrepentido mostrará frutos como amor, humildad, generosidad y obediencia.
Esto me confronta: ¿Qué tipo de fruto está produciendo mi vida? ¿Estoy dejando que la gracia de Dios moldee mi carácter y mis acciones, o estoy viviendo para mis propios intereses?
Cuando Mateo 3:11 dice que Jesús bautiza “con Espíritu Santo y con fuego,” está hablando de dos aspectos de la obra de Cristo en la vida de las personas:
1. Con Espíritu Santo: Esto se refiere a la obra transformadora de Dios en los creyentes. Cuando alguien es salvo, recibe al Espíritu Santo, quien renueva el corazón, guía, consuela y capacita para vivir una vida santa (Ezequiel 36:26-27, Juan 14:26, Hechos 1:8). Este bautismo representa el comienzo de una nueva vida en Cristo y la presencia permanente del Espíritu en nosotros.
2. Con fuego: El fuego simboliza purificación y juicio. Para los creyentes, el fuego puede representar la purificación de nuestras vidas, refinando nuestro carácter y quemando lo que no agrada a Dios, como el oro que es purificado en el fuego (Malaquías 3:2-3, 1 Pedro 1:7). Para los incrédulos, el fuego simboliza el juicio venidero de Dios, que separará a los justos de los impíos (Mateo 3:12, Apocalipsis 20:15).
Reflexiona: ¿Qué ajustes necesitas hacer para que tu vida sea un reflejo más claro del carácter de Cristo?
Para tu corazón:
Hermana, Mateo 3 nos llama a examinar nuestras vidas con honestidad. El arrepentimiento no es solo para cuando nos convertimos, sino una actitud constante que demuestra nuestra dependencia de Cristo. Nos advierte sobre el peligro de confiar en nuestras propias obras o logros, y nos recuerda que nuestra única esperanza está en el Salvador que bautiza con el Espíritu Santo y con fuego.
Oración:
Señor, gracias por recordarme que necesito vivir en arrepentimiento y dependencia de Ti. Perdóname cuando confío en mi propia justicia o trato de impresionar con apariencias externas. Examina mi corazón y ayúdame a ver las áreas donde necesito cambiar. Que mi vida produzca frutos que glorifiquen Tu nombre y que siempre apunte a Cristo como mi Salvador y Señor. Gracias por la obra del Espíritu Santo que me transforma día a día. En el nombre de Jesús, amén.