En Mateo 18, Jesús nos muestra cómo vivir como mujeres del Reino: con humildad, amor, cuidado por los demás y un espíritu dispuesto a perdonar. Nos reta a dejar el orgullo, a buscar la reconciliación y a cuidar de quienes son vulnerables en nuestra comunidad. Cada enseñanza de este capítulo nos invita a reflejar el corazón de Dios en nuestras relaciones.
I. EL MAYOR EN EL REINO DE LOS CIELOS
(Mateo 18:1-5)
1 En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron:”¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?”2 Jesús, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: 3 “De cierto les digo que si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos. 4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. 5 Y el que reciba a un niño como este en mi nombre, a mí me recibe.”
Los discípulos estaban discutiendo algo muy humano: ¿Quién es el más importante? ¿Quién tiene más autoridad? Jesús, como siempre, les dio una lección inesperada. Llamó a un niño y dijo que la verdadera grandeza en el Reino de los Cielos no está en ser reconocidas o exaltadas, sino en tener un corazón humilde como el de un niño.
En los tiempos de Jesús, los niños no tenían ningún estatus social; eran vistos como los más pequeños e indefensos. Jesús usa su ejemplo para mostrarnos que, en el Reino de Dios, lo que importa no es nuestra posición, sino nuestra dependencia total de Él. La grandeza no se mide por logros, sino por un corazón que confía y se rinde a Su voluntad.
La humildad no es debilidad, es reconocer que necesitamos a Dios en todo. Es dejar de lado el orgullo, los deseos de ser las primeras, y aprender a depender completamente de nuestro Padre celestial.
• Pregúntate: ¿Estoy buscando ser reconocida o estoy buscando agradar a Dios con un corazón humilde?
• Reflexiona sobre cómo puedes depender más de Dios en tu vida diaria, como lo haría un niño con su padre.
II. NO CAUSAR TROPIEZO A OTROS
(Mateo 18:6-9)
6 “A cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar.”
Jesús habla de los “pequeños”, que pueden ser niños o personas nuevas en la fe. Nos advierte que nuestras acciones y actitudes pueden ser una influencia positiva o negativa para otros. Si con nuestro comportamiento alejamos a alguien de Dios, estamos causando tropiezo, y eso es algo que Dios toma muy en serio.
Para enfatizar esto, Jesús usa imágenes fuertes, como una piedra de molino al cuello. Aunque suena extremo, esta metáfora muestra cuánto le duele a Dios que alguien sea apartado de Su camino por culpa de nuestras palabras, acciones o actitudes.
Dios nos llama a cuidar nuestras acciones y a ser ejemplo para los demás. Tu vida puede ser la luz que anime a otros a acercarse a Jesús, o, si no tienes cuidado, puede ser un tropiezo que los aleje.
• Evalúa tus actitudes: ¿Hay algo en tu vida que pueda estar alejando a otros de Dios? Por ejemplo, chismes, quejas, hipocresía o un mal testimonio.
• Busca intencionalmente ser una influencia positiva para quienes están creciendo en la fe, especialmente las más jóvenes o nuevas creyentes.
III. LA OVEJA PERDIDA: EL AMOR DE DIOS POR LOS EXTRAVIADOS
(Mateo 18:10-14)
12 “Si un hombre tiene cien ovejas y una se pierde, ¿no deja las noventa y nueve para ir tras la que se extravió?”
Jesús usa una parábola sencilla pero poderosa para describir el amor de Dios. Así como un pastor deja todo para buscar una sola oveja perdida, Dios busca a quienes se han alejado de Él. Aunque parezca que una oveja perdida no tiene tanto valor en comparación con las otras 99, para Dios, cada vida es preciosa.
Esta enseñanza nos muestra el corazón de Dios: Él no se da por vencido con nadie, y Su deseo es que todos regresen a Él. Es un amor que no deja de buscar.
Dios te buscó cuando estabas lejos de Él, y sigue buscando a quienes aún no han regresado. Como hijas de Dios, estamos llamadas a reflejar ese mismo amor, buscando restaurar a quienes se han alejado de Su camino.
• ¿Conoces a alguien que se haya alejado de la iglesia o de Dios? Ora por esa persona y busca maneras de acercarte para mostrarle el amor de Cristo.
• Agradece a Dios porque Él no se dio por vencido contigo cuando estabas lejos de Él.
IV. CÓMO MANEJAR EL PECADO EN LA IGLESIA
(Mateo 18:15-20)
15 “Si tu hermano peca contra ti, ve y háblale a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.”
En este pasaje, Jesús enseña cómo manejar el pecado dentro de la comunidad de creyentes. Él da un modelo claro para tratar las ofensas y buscar reconciliación. La meta no es castigar, sino restaurar relaciones y proteger la unidad del cuerpo de Cristo. Este proceso se conoce como la disciplina en la iglesia, una práctica bíblica destinada a confrontar el pecado de manera amorosa y responsable.
Los Pasos de la Disciplina según Jesús
1. Hablar en privado (v. 15) Este paso destaca la importancia de abordar los conflictos directamente, evitando chismes o rumores que dañen la comunidad.
2. Involucrar a testigos (v. 16) Este paso refuerza el principio de responsabilidad mutua dentro de la comunidad cristiana. Los testigos no son jueces, sino mediadores que buscan la restauración.
3. Llevar el asunto a la iglesia (v. 17) Aquí vemos la autoridad de la iglesia para abordar el pecado en su comunidad. Este paso subraya que la iglesia no solo es un lugar de adoración, sino una familia que se cuida mutuamente.
4. Considerarlo como gentil o recaudador de impuestos (v. 17) Este paso protege la pureza de la iglesia y llama al arrepentimiento continuo. Es un recordatorio de que la disciplina es una expresión de amor, no de castigo.
La reconciliación es una prioridad para Dios. No podemos permitir que los conflictos se acumulen o que el resentimiento destruya nuestras relaciones. Nuestro llamado es buscar la paz y el perdón en nuestras comunidades.
• Si tienes un conflicto sin resolver, ora por sabiduría y ve a hablar con la persona con un espíritu humilde y amoroso.
• Recuerda que el objetivo no es “ganar” una discusión, sino ganar a tu hermano o hermana en Cristo.
V. PERDÓN SIN LÍMITES: LA PARÁBOLA DEL SIERVO INGRATO
(Mateo 18:21-35)21 Entonces Pedro le preguntó:“Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano? ¿Hasta siete veces?”22 Jesús le dijo:“No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.”
Pedro pensaba que estaba siendo generoso al sugerir perdonar hasta siete veces, pero Jesús lo sorprendió al decir que debemos perdonar sin límites. Para ilustrar esto, Jesús contó la parábola de un siervo que fue perdonado de una deuda enorme, pero luego se negó a perdonar a alguien que le debía mucho menos.
La parábola nos recuerda que, así como Dios nos ha perdonado de nuestros pecados, debemos perdonar a otros. Negarnos a perdonar revela que no hemos entendido la magnitud del perdón que hemos recibido de Dios.
El perdón no es fácil, pero es esencial para reflejar el corazón de Dios. Así como hemos recibido gracia, debemos extender esa misma gracia a quienes nos han ofendido.
• ¿Hay alguien a quien necesitas perdonar? Ora por esa persona y pide a Dios que te dé la fuerza para dejar ir el resentimiento.
• Recuerda que perdonar no significa ignorar el dolor, sino liberarte del peso y confiar en que Dios se encargará de hacer justicia.
Mateo 18 nos enseña a vivir con humildad, compasión y un espíritu dispuesto a reconciliarse y perdonar. Estas enseñanzas son un reflejo del amor de Dios hacia nosotras y Su deseo de que vivamos en unidad como Su familia.
ORACIÓN:
“Señor, gracias por enseñarme cómo vivir como una mujer de Tu Reino. Ayúdame a ser humilde, a cuidar de los demás, a buscar la reconciliación y a perdonar como Tú me has perdonado. Que mi vida refleje Tu amor y gracia en todo momento. En el nombre de Jesús, amén.”